Asociación de Caballeros Católicos

DIOS NO ELIGE A CAPACITADOS, CAPACITA A LOS ELEGIDOS

DIOS ES MAS
INTIMO
QUE YO MISMO

San Agustín

 
...ser parte de la Iglesia quiere decir estar unidos a Cristo y recibir de Él la vida divina que nos hace vivir como cristianos, quiere decir permanecer unidos al Papa y a los obispos que son instrumentos de unidad y de comunión, y quiere decir también aprender a superar personalismos y divisiones, a comprenderse más, a armonizar las variedades y las riquezas de cada uno; en una palabra, a querer más a Dios y a las personas que tenemos al lado, en la familia, la parroquia, las asociaciones.  SS Francisco
 La Iglesia tiene el deber de anunciar siempre y en todas partes el Evangelio de Jesucristo. Él, el primer y supremo evangelizador, en el día de su ascensión al Padre mandó a los Apóstoles: “Id, y haced que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo os he mandado" (Mt 28,19-20). Fiel a este mandato la Iglesia, pueblo que Dios se adquirió para que proclame sus obras admirables (cfr 1Pe 2,9), desde el día de Pentecostés, en el que recibió en don el Espíritu Santo (cfr Hch 2,14), nunca se ha cansado de dar a conocer al mundo entero la belleza del Evangelio, anunciando a Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, el mismo “ayer, hoy y siempre” (Hb 13,8), que con su muerte y resurrección realizó la salvación, llevando a cumplimiento la antigua promesa. Por tanto, la misión evangelizadora, continuación de la obra querida por el Señor Jesús, es para la Iglesia necesaria e insustituible, expresión de su misma naturaleza
SS B XVI
TAMBIEN LOS SANTOS SE CASAN
Encabezamiento del Diario de la Marina
El dia del matrimonio de nuestro fundador.
Empezamos nuestras celebraciones con la charla del Dr. Fernando Casanovo en la Iglesia de San Juan el Apostol en la ciudad de Miami.
En la foto Miguel Aladejo-Venezuela-, Ricardo Troia-Italia-, Dr. Fernando Casanova, William Bravo-Colombia-, particiapantes en la conferencia.
NO BASTA CON ENFRENTAR AL ENEMIGO, AL ENEMIGO AHY QUE VENCERLO TAMBIEN.
San Ignacio de Loyola
Nota con indicaciones pastorales para el Año de la fe
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE


http://www.aciprensa.com/Docum/documento.php?id=432&fb_ref=.Tw5cGaTi-Zl.like&fb_source=home_multiline


Para impulsar una nueva evangelización, avivar y renovar la vida de nuestras comunidades —diócesis 
y parroquias— y promover la evangelización misionera, es preciso que se reconozca efectivamente la 
dignidad y responsabilidad de los laicos y se promueva su participación en la Iglesia y en la sociedad civil35 . 
Los propios laicos han de tomar conciencia de la gloria y de la cruz de la dignidad derivada del bautismo por 
el que son hechos hijos de Dios, miembros de Cristo y templos del Espíritu Santo, y han de asumir el 
compromiso de participar en la vida y misión de la Iglesia como miembros corresponsables según su peculiar 
dimensión secular
Para impulsar una nueva evangelización, avivar y renovar la vida de nuestras comunidades —diócesis 
y parroquias— y promover la evangelización misionera, es preciso que se reconozca efectivamente la 
dignidad y responsabilidad de los laicos y se promueva su participación en la Iglesia y en la sociedad civil35 . 
Los propios laicos han de tomar conciencia de la gloria y de la cruz de la dignidad derivada del bautismo por 
el que son hechos hijos de Dios, miembros de Cristo y templos del Espíritu Santo, y han de asumir el 
compromiso de participar en la vida y misión de la Iglesia como miembros corresponsables según su peculiar 
dimensión secular
La participación de los laicos en la vida de la comunidad eclesial y su acción evangelizadora 
en la sociedad civil no son responsabilidades paralelas y acciones separables ni contrapuestas33. La 
formación de los laicos debe contribuir a una espiritualidad laical: a la unidad de vida, a una vida 
según el espíritu en el mundo. Las asociaciones de laicos son a un tiempo realizaciones de la Iglesia, 
comunidades evangelizadas y evangelizadoras.
"Si los límites son trasgredidos, existe un serio riesgo de que la dignidad única y la inviolabilidad de la vida humana sean subordinadas a consideraciones puramente utilitarias. Pero si en vez de ello esos límites son debidamente respetados, la ciencia puede hacer especiales contribuciones a la promoción y salvaguarda de la dignidad del hombre: de hecho, en este reside su verdadera utilidad".
SS Benedicto XVI

MOTU PROPIO, ANUNCIANDO EL AÑO DE LA FE

SS Benedicto XVI


 1. «La puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Éste empieza con el bautismo (cf. Rm 6, 4), con el que podemos llamar a Dios con el nombre de Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del Señor Jesús que, con el don del Espíritu Santo, ha querido unir en su misma gloria a cuantos creen en él (cf. Jn 17, 22). Profesar la fe en la Trinidad –Padre, Hijo y Espíritu Santo– equivale a creer en un solo Dios que es Amor (cf. 1 Jn 4, 8): el Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor.

2. Desde el comienzo de mi ministerio como Sucesor de Pedro, he recordado la exigencia de redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo. En la homilía de la santa Misa de inicio del Pontificado decía: «La Iglesia en su conjunto, y en ella sus pastores, como Cristo han de ponerse en camino para rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios, hacia Aquel que nos da la vida, y la vida en plenitud»[1]. Sucede hoy con frecuencia que los cristianos se preocupan mucho por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, al mismo tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. De hecho, este presupuesto no sólo no aparece como tal, sino que incluso con frecuencia es negado[2]. Mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas.

3. No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta (cf. Mt 5, 13-16). Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn4, 14). Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos (cf. Jn 6, 51). En efecto, la enseñanza de Jesús resuena todavía hoy con la misma fuerza: «Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna» (Jn6, 27). La pregunta planteada por los que lo escuchaban es también hoy la misma para nosotros: «¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?» (Jn 6, 28). Sabemos la respuesta de Jesús: «La obra de Dios es ésta: que creáis en el que él ha enviado» (Jn 6, 29). Creer en Jesucristo es, por tanto, el camino para poder llegar de modo definitivo a la salvación.


Dios llama, nosotros respondemos. Este patrón esencial, fundamental en la vida de todo creyente, aparece en toda la historia de la salvación. El Padre llama a un pueblo escogido, a patriarcas y a profetas. Jesús llama a sus apóstoles y discípulos. El Señor Resucitado llama a todos a trabajar en su viña, es decir, en un mundo que debe ser transformado en vista del advenimiento final del Reino de Dios; y el Espíritu Santo faculta a todos con los diversos dones y ministerios para construir el Cuerpo de Cristo. 

El llamado básico es igual para todos los seguidores de Cristo, a saber, “que todos los fieles, de cualquier estado o condición, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, que es una forma de santidad que promueve, aun en la sociedad terrena, un nivel de vida más humano”.

1 Esta creencia fundamental, anunciada en forma urgente por el Concilio Vaticano II, continúa siendo expresada no sólo por la doctrina de la Iglesia sino también, en formas diversas, por las vidas de los fieles cristianos. Ya que el llamado a la santidad es “una insuprimible exigencia del misterio de la Iglesia”.

2 En este aspecto, el Concilio también enseñó que “una misma es la santidad que cultivan, en cualquier clase de vida y profesión, los que son guiados por el espíritu de Dios. . . . Según eso, cada uno, según los propios dones y las gracias recibidas, debe caminar sin vacilación por el camino de la fe viva, que anima la esperanza y obra por la caridad”.

3 El llamado a los fieles laicos Mujeres y hombres laicos oyen y responden al llamado universal a la santidad, principal y singularmente en el ámbito secular. Se les encuentra “en todas y en cada una de las actividades y profesiones, así como en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social con las que su existencia está como entretejida. Aquí, están llamados por Dios a cumplir su propio cometido, guiándose por el espíritu evangélico, de modo que, igual que la levadura, contribuyan desde dentro a la santificación del mundo”.


CONFERENCIA EPISCOPAL DE LOS ESTADOS UNIDOS.

A los 32 años del sensible fallecimiento del Dr. Valentín Arenas Armiñán

El 16 de septiembre de de 1979 dejó de existir fisicamente Don Valentín, pero su obra persiste en los corazones de los cubanos y no cubanos que amamos a Jesucristo y a su Iglesia; aquí comparto con Uds. unas cuantas palabras y breve reseña de la vida de nuestro fundador, para los que como yo le seguimos como líder evangelizador de un pueblo deseoso de encontrar a Jesucristo, les invito que conozc su tierra natalan un poco de este insigne patriota, humilde católico y ferviente viñador del Señor.
Nace en la Purísima Concepción de Sagua la grande república de Cuba el 15 de Diciembre de 1895.
Previa a una entrevista que tendría con SS el Papa Benedicto XV, visita varios países del centro de Europa y queda impresionado al ver hombres unidos en asociaciones trabajando por la Iglesia, tal es así que se lo comenta a SS y le pide su bendición para este apostolado que iniciará en Cuba. Entusiasmado y con la ayuda del sacerdote jesuita Esteban Rivas logra fundar la Asociación de Caballeros Católicos de Sagua la grande con 75 hombres el 24 de febrero de 1926, que posteriormente, el 4 de enero de 1929 se convierte en la ACC de Cuba con 400 miembros.
Su primera labor fue crear los denominados circulos campesinos, donde se catequizaba a toda una población completa, llevandolos hasta la Iglesia y tomaran todos los sacramenteos. El exatraordinario despliegue que los CC hicieron en catequización a nivel nacional, les permitiría que la Jerarquía de la Isla los nombrara la Rama A de la Acción Católica.
Aquí en el exilio los hombres que traían ese fuego y vervor evangelizador los obliga a reunirse y formar la ACC del Mundo el 21 de Febrero de 1971, abriendo las puesrtas a todos aquellos que no habian nacido en la Isla amada, en palabras de la historiadora Esperanza Puran y cito "...apertura a los hombres de cualquier clase y condición social...con iguales deberes y derechos, todas las razas, todas las fortunas, todos los estados, todas las escalas de vida social u todos los grandes ideales...", bajo esta perspectiva la ACC de Sagua la grande, luego ACC de Cuba, en Miami ACC del mundo y ahora conocida como la Asociación de Caballeros Católicos.
Todos son bienvenidos a participar de este ideal, invadir el mundo seglar con el amor de Jesucristo.